Miradas Cómplices constituye un laboratorio de ideas, de reflexiones fotográficas e imágenes que, quizás, encuentren vuestra complicidad.

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lunes, 31 de mayo de 2010

La memoria del exilio


El calor poco a poco se está asentando en Catalunya. Y como en toda España,  ayer fue un domingo propicio para pasear por la playa y despejarse frente a un Mediterráneo cristalino y ansioso de veraneantes. ¿Cómo será el turismo vacacional por la Costa Brava en este año de crisis?.

Pero yo opté por dirigirme a la Jonquera, un pequeño y bullicioso pueblo ubicado sólo a un paso de la frontera con Francia, para conocer el Museo Memorial del Exilio (Alt Empordà - Catalunya).
Visitar este museo no era a priori para mi una visita cualquiera. Llevaba en mi cabeza demasiadas historias recientes de éxodos y migraciones. Recuerdos de compatriotas en exilio forzoso durante la última dictadura militar argentina. Recuerdos de miles de españoles exiliados en mi país añorando volver a sus tierras que,  de alguna manera,  les habían quitado. Y no tanto recuerdo, más bien una actualidad muy triste como la situación de  la colectividad latina en EEUU que protesta por la llamada Ley de Arizona que criminaliza la inmigración y permite a la policía revisar a cualquier persona en la calle para saber si tiene papeles. ¿Que pasaría si esta situación llega a España?
En fin.... con todo este pensamiento a cuestas y con un nudo en el pecho, traspasé las puertas de este monumental edificio. Inaugurado en enero del 2008, el museo fue erigido como un espacio para la memoria, historia y reflexión del exilio de los vencidos de la Guerra Civil de España y Catalunya.

Nombres de exiliados - Museo del Exilio

Adentro se puede palpar de una manera muy amena y didáctica el atropello de los totalitarismos y los fascismos. También se puede visualizar los nombres de miles de exiliados republicanos escritos en las paredes de varios salones como señal desgarradora por tanta guerra.
Estos espacios de memoria virtual cuenta con una base de datos interactiva con los nombres de los exiliados y permite a los visitantes añadir información a la lista con casos de familiares o conocidos.
En el salón principal que está ubicado en la primer planta hay muchas fotografías y recuerdos del exilio que no tienen desperdicio. Me horrorizó ver en la entrada una imagen en tamaño gigante de Franco con Hitler a la que no pude ni quise sacarle una fotografía.
Pero si lo hice con la impresionante fotografía captada por Francesc Boix  de los niños desnudos en el campo de concentración de Mauthausen donde este fotógrafo republicano estaba deportado. Su obra fotogràfica fue clave en el conocimiento y divulgación posterior del genocidio nazi.

Imágenes de Francesc Boix - Primera planta
También se encuentran, entre muchas cosas importantes, algunos  dibujos que realizaron durante sus exilios artistas como Josep Franch Clapers y Josep Bartolí.  Y la V. Bittner Junior 620, cámara fotogràfica alemana con la cual el republicano Lluis Royo Ibañez  captó imágenes memorables de la liberación de París.




En el segundo piso destacan fotografías de Agustí Centelles y Frank Cappa y algunos videos documentales del exilio forzoso a Francia por precisamente La Jonquera (segundo piso),
El museo, además, muestra instantáneas de fotógrafos actuales, como Robin Townsend, Francesc AbadPilar Aymerich Puig o Nicole Bergé que recrean el tema de la memoria y el exilio.
Luego de marcharme,  me perdí por las estrechas y transitadas calles del pueblo pero no pude dejar de pensar en la pocas visitas que recibió el MUME ese día.
Creo que fueron unas seis personas, mi novia y yo. Y eso que era domingo.
Entonces pensé que quizás la gente optó por ir a la playa,  una opción que yo obviamente deseché. 


Videos interactivos - Primer Piso






    

sábado, 29 de mayo de 2010

Selva Central Peruana: visita a los asháninkas. Última Parte


Junín - Perú

Luego  de la primera parte de mi viaje, retorné a Satipo (Junín) para ultimar los detalles de mi nueva aventura. Se avecinaban inconvenientes. Pero dejemos que el relato se encargue de describirlo:

Viaje por el Rio Tambo

    "En Lima las cosas ocurren mejor de lo que esperaba: los medios se hacen eco de los reclamos indígenas . Entretanto Guillermo Ñaco Rosas  y su comitiva se presentan en la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento peruano para conversar con funcionarios y gobernantes. Y logran, entre largos discursos y cartas, que sus reclamos sociales sean escuchados por los políticos.
   El jefe asháninka satisfecho por mi trabajo en Lima decide darme una carta que actuaría como un salvoconducto para mi viaje por el río Tambo.
   La misiva va dirigida al jefe de la comunidad de Cheni. Un permiso para que pueda vivir allí. “Con estos certificados firmados por todos los jefes de la zona no vas a tener problemas en la selva” me dice en su pequeña oficina de Satipo.
De esa manera comienza la segunda etapa de mi travesía.

Vuelvo a sumergirme con mucho entusiasmo en mi nueva aventura.. De un pequeño embarcadero de la misión Franciscana de Puerto Ocopa a 50 km. de Satipo parto aguas abajo por el río Tambo. El pasaje no es nada caro. El catamarán atestado de gente y barriles de petróleo se dirige a Pucallpa, una localidad fluvial sobre el Ucayalli, importante afluente del Amazonas.
Elijo ir a la comunidad de Cheni por consejo del padre franciscano Teodorico Castillo. “Ahí hay monjas católicas que te van a tratar muy bien” me dijo el día anterior el director de la antigua misión fundada en 1905.
 Le hago caso sin saber que comienza mi segunda desventura.
Cuatro horas de navegación bastan para llegar al poblado. En la ribera las mujeres lavan sus ropas y cuando bajo de la embarcación sus expresiones son de recelo. No me sorprende esa actitud ya que estos pueblos sufrieron mucho durante los últimos años debido a la guerrilla y no les gustan los extranjeros. De pronto dos indígenas se me acercan y me apuntan con unos anticuados rifles que parecen sacados de una vieja película de John Wayne. Igual me amedrenta un poco.  “Quién es usted?” me dice uno de ellos. “Que hace acá? “ me interroga el otro. Y me lo vuelven a repetir con más énfasis. Me acerco unos pasos y les digo, con mucha calma,  que me gustaría hablar con su jefe. “Él no está, vuelve a la tarde. Se fue de cacería” señala el más bajito con tono monocorde.

Comunidad de Cheni - Satipo - Perú

    Las cosas parecen no estar bien por allí y me llevan a una choza ribereña que está llena de hormigas. "No se mueva de acá. Después vendrá a verlo" me ordena imperativo el más alto.
   Con un calor agobiante espero cinco horas hasta que por fin a media tarde aparece. Con una sonrisa eterna,  el presidente de la comunidad se presenta: ” Martín Roberto Camacho para servirle. Disculpe el altercado de hoy ”. ”No hay problemas” le digo con cierta ironía y empezamos a conversar sobre mi llegada.
    A pesar que yo le muestro mi documentación especial, él no confía en mi y dice no estar enterado de mi llegada. Entonces convoca a todos los hombres del pueblo a una asamblea pública para decidir si me quedo o no.
    Durante esos dificiles momentos conozco a dos monjas españolas que desde hace treinta años dirigen la escuelita del poblado. Les pido que me ayuden pero no hay caso. Los indígenas votan para que me vaya bien temprano al otro día. La noticia no puede ser peor. Despliego el mapa que llevo en el bolso y doy cuenta que a media hora aguas abajo está la comunidad de Poyeni. No lo pienso dos veces.
   En una inestable canoa a puro remo partimos al amanecer con uno de los que me apuntó con el arma el día anterior. El río es tan torrentoso que tengo miedo de perder mi mochila, cada turbulencia de agua que atravesamos es un suplicio. De esa manera llegamos a una extensa playa cerca de donde el río hace un codo para dirigirse en forma casi vertical hasta el Ucayali. Me despido del indígena y levantó la vista:  Poyeni surge a lo alto de la colina.
   A diferencia de la comunidad anterior, sus pobladores son indiferentes ante mi presencia. Quizás porque hace mucho calor y la mayoría duerme la siesta. Sólo algunos niños corretean por allí. 
    Con el poco ánimo que me queda le pregunto a los chicuelos donde queda la casa del jefe. Por suerte hablan un rudimentario castellano y me señalan divertidos que siga por esa calle de tierra.

Poyeni - Satipo - Junín

    La casa de Delio Ríos se encuentra a unos 100 metros, en el centro de un poblado, conformado por casas pequeñas, de madera y techos de paja. Casi no hay vegetación a pesar que estoy en medio de la selva. Allí lo encuentro y me invita a pasar a su humilde choza. Me sorprendo al ver a una persona tan joven a cargo de la comunidad. Con tan sólo 22 años, está casado y tiene un pequeño hijo.
    Le cuento quien soy, le muestro mis autorizaciones y los motivos de mi visita. “ Si quieres quedarte tienes que prometerme que me vas a ayudar cuando vuelvas a Satipo. Necesitamos dinero para darle de comer a nuestros hijos” señala Delio. Le prometo hablar con Ñaco Rosas y al otro día me presenta ante su pueblo en una asamblea pública. Por suerte esta vez no me echan y durante los siguientes dos meses vivo con ellos. Las desventuras parecen haber llegado a su fin.


Poyeni - Junín - Perú

Alejado del smog


La vida en la selva comienza bien temprano. A esa hora se respira aire bien fresco y es hermoso. Pero unas horas después todo cambia y el calor comienza a sentirse en toda su intensidad. La temperatura no baja de 35 grados a la sombra al mediodía!!! Por eso trato de levantarme apenas despunta el sol y desde mi cama de juncos prendo el calentador y me hago el desayuno ante la curiosa presencia de pequeños que gustan mirarme por entre las cañas de mi pequeño dormitorio. Así todos los días. Al principio les regalo chocolates, caramelos hasta que a la semana me quedo sin golosinas.

Alrededor de 200 de estos chiquilines van a la escuela primaria de la comunidad. El primer día hago mi entrada triunfal a sus aulas. “Atención, niños, tienen una visita” les dice el maestro bilingüe asháninka Casimiro Aguirre quien con el tiempo me enseña algunas palabras en su lengua. “ Me recibí de maestro bilingüe el año pasado en Iquitos donde hay una escuela dirigida por indígenas” cuenta.
De vez en cuando me voy al campo a cazar jabalíes, los asháninkas son grandes cazadores, o remontamos el río para buscar plátanos en algunas chacras de la región. La vida en la selva es sencilla y durante las tibias noches que me quedo con ellos me reúno con los asháninkas en fogatas populares donde me nutro de la sabiduría de este pueblo. Y la naturaleza nocturna me devora, me atrapa y pienso que en este rincón del planeta existe la esperanza.

Poyeni - Junín - Perú


Nota: quiero agradecer a  AIDESEP y a Guillermo Ñaco Rosas por la gran ayuda y colaboración que me han brindado en Perú.

jueves, 27 de mayo de 2010

Selva Central Peruana: visita a los asháninkas

"...Las atrocidades cometidas  por los conquistadores y descritas por el ovispo Bartolomé de las Casas que fue testigo ocular de lo que debió de ser la mayor de todas las guerras de exterminio, son inimaginables..." señalaba Norman Lewis en un párrafo de Genocidio, crónica - relato publicada en Sunday Times en 1969 y en el que describía las masacres, el robo de tierras y el genocidio que ocurrieron hasta esa fecha en la Amazonia brasileña. (Nota: este año Altair editó con gran acierto el relato por primera vez en castellano en El Expreso Rangún, Genocidio y otros relatos de Norman Lewis).
El impacto de semejante denuncia social en un diario tan importante de aquel entonces llevó a la creación de Survival International, la primera organización creada a favor de los derechos humanos de los indígenas de todo el mundo. Y aún hoy sigue denunciando atrocidades.

El relato que a continuación reproduciré, pretende ser un pequeño homenaje a la lucha de los asháninkas  por la supervivencia de su cultura amazónica.  Esta crónica la realicé luego del complicado viaje de 1998 a la Selva Central peruana.
 Posteriormente las conclusiones finales de la investigación sobre la cultura asháninka fueron publicadas en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de La Plata (Argentina) .


Visita a los asháninkas

"Con el firme propósito de internarme en la selva,  arribo en un desvencijado bus a Satipo, un pequeño poblado del departamento de Junin en pleno corazón de la Amazonia peruana. Llego cansado y con problemas estomacales, las 12 horas desde Lima fueron agotadoras con cruces a 4000 msnm en la cordillera de los Andes.
   Mi ambición por conocer de cerca la vida del mayor pueblo indígena de Perú: los asháninkas (mis paisanos en arawak) está próxima a cumplirse. Sé que la travesía será dura, soy forastero y el primer golpe surge cuando percibo que no me reciben con los brazos abiertos. Me miran con desconfianza y esto tiene lógica.
   No hace mucho esta zona fue epicentro de graves problemas con la guerrilla operada por Sendero Luminoso y donde murieron muchos pobladores y entre ellos cientos de indígenas.
   Sin amedrentarme por ello me hospedo en un bullicioso hotel barato del centro y al día siguiente bien temprano conozco a quien será mi guía en esta primer etapa.: Guillermo Ñaco Rosas, un joven de 35 años y uno de los jefes del pueblo asháninka de la región central del Perú..
   "¿Eres periodista?", me pregunta curioso. Le digo que si y le explico que mi intención es vivir un tiempo en una comunidad de indígenas de la zona para hacer una investigación semiótica - lingüística para mi facultad.  Le muestro mis credenciales y sonriente me dice: “Me parece muy interesante todo esto. Te voy a ayudar.   Pero antes quiero que me acompañes al Valle de Pangoa. Me podes ser útil” .
Unas horas después partimos junto con su esposa , su pequeño hijo y varios ronderos (guías) indígenas al valle distante a unos 150 km. al sur en plena ceja de selva.

Joven asháninka contempla la devastación forestal - Junín - Perú


     Durante el camino me da algunos indicios de lo que vamos a hacer. Visitaremos la comunidad de Río Blanco, epicentro de recientes tensiones con colonos agrícolas que se quisieron adueñar de sus tierras.
    Los asháninkas enfurecidos los expulsaron a puro arco y flecha y “ atravesaron cientos de troncos en el camino para que no puedan entrar con sus camiones” cuenta orgulloso Ñaco dueño de un título de sociología logrado en Lima gracias al apoyo económico de organizaciones gubernamentales europeas que asisten a este pueblo desde hace años
   Por eso llegar al lugar no es fácil. Pronto debemos dejar de lado el jeep y nos internamos a pie por la selva. Hacemos noche y fogata en un paraje selvático llamado Boca Quiatari . Allí se nos une su padre Vicente Ñaco que con sus 72 años parece un patriarca sabio de historias. Me convida una taza de masato (bebida alcohólica casera a base de un tubérculo llamado Yuca) y mientras degustamos de unos pescados fritos me confiesa haber conocido al Che Guevara. “Allá por el ’65 pasó por acá. Lo vi nada más que de lejos. No pude charlar con él. Sólo sabía que era un importante jefe y era argentino como tú, no?” señala este hombre que luce tranquilo. Me cuenta que históricamente su familia ha sido líder natural de su pueblo y al igual que su hijo, él también fue un importante jefe de la región.
   Seguimos la marcha. Atravesamos varios pueblos asentados a la vera del camino. La mayoría de sus habitantes subsisten trabajando para empresas madereras. Algunos me paran, me piden comida; otros, dinero. Por todos lados veo niños mal vestidos y mujeres tristes.
   La selva alterna con pequeños cerros y ríos cada vez más torrentosos. De a ratos la jungla se hace impenetrable y los caminos invisibles. Cruzamos rápidos y puentes construidos con troncos, hasta que por fin llegamos a la comunidad de Río Blanco.

El fútbol no tiene fronteras


El poblado de 200 personas se encuentra a lo alto de una colina. A pesar que estamos cansados de tanto caminar, nos prendemos en un picado de fútbol. La mayoría juega descalzo sobre la agreste tierra roja amazónica. Es extraño verlos jugar a la pelota con largas túnicas color marrón llamadas kushmas. “Argentino, Maradona” me gritan, pero no juego como el gran Diego aunque meto un gol para alegría del equipo.
Esa noche tengo la primer desventura. Las mujeres nos sirven la especialidad de la casa: caracoles gigantes hervidos!!. Desisto, ¡no puedo comerlos!. “No hay problemas” me dice Fernando, el jefe de la comunidad. Al rato me trae un pescado frito envuelto en hojas de plátanos que lo devoro en segundos.
La gente de la selva se muestra amable y atenta. La noche es profunda y entre masato y más masato logran que baile y mis torpes movimientos desencadenan muchas risas.
Se corre la voz que llegamos y, ante mi sorpresa, un poco después del amanecer decenas de nativos de otras zonas merodean por mi choza y los niños se acercan para pedirme chocolates. Cerca del mediodía se realiza una asamblea general presidida por Ñaco Rosas, evalúan los daños ocasionados por los colonos y realizan una carta para entregar a las autoridades legislativas del país. “Cuando regresemos, quiero que me acompañes a Lima, necesito que transmitas esta información a los medios de comunicación más importantes” especificó el jefe asháninka.
Me sentí halagado, útil ante la perspectiva de defender los derechos humanos de los indígenas tan pisoteadas en el ultimo siglo por colonos, narcotraficantes, misioneros y guerrilleros. 
Al rato se me acerca en presidente de la comunidad, Fernando Mahuanca y me dice “ Esto es para que no nos olvides y que la selva te protega” al tiempo que me pone en el cuello un collar de dientes de mono pintados con delicadeza por las mujeres del poblado. No nos podemos quedar mucho tiempo más, esa misma tarde emprendemos la vuelta a Satipo con un montón de fotografías, anécdotas y la idea fija de internarme más adelante en la selva peruana.




(Continuará)

martes, 25 de mayo de 2010

El bar del Che Guevara

Copyright Alberto Korda
Desde que el gran fotógrafo cubano Alberto Korda captó en 1960 con su vieja Leica aquella famosa fotografía del Che Guevara , nunca se imaginó que se iba a convertir en un icono mundial.
Pero como siempre sucede con los personajes de la historia, esa imagen tan representativa de su legado se ha interpretado de diferentes modos a través del tiempo, de las modas, de los contextos y de las ideologías.
Al principio esa imagen fue un símbolo de las revoluciones mundiales y durante mucho tiempo lo fue.
En épocas más recientes esa simbología cambió de vestido y se reconvirtió en un icono de transgresión juvenil, también de idealismo y hasta de cambios cotidianos o existenciales. Así lo viví durante los convulsionados años ochenta cuando era estudiante de periodismo en La Plata (Argentina) y mi país sobrevivía inmerso en una democracia débil luego de varios años de dictadura militar.
Pero el sueño acabó como decía John Lennon y con el tiempo este discurso nuevamente se mudó de ropa. La representación del Che es ahora sólo una imagen que genera dinero. Desprovista del valor semántico original, sólo es una imagen de consumo que adorna vestimentas de tiendas de moda de las ciudades como la que pueden observar aquí abajo.

       Sin embargo, ante tanto vacío de significado social, la figura del Che sigue siendo para algunos nostálgicos un camino a seguir o, dicho de otro modo, un negocio social a seguir.
Es el caso de Luis Tavares a quien conocí en Portugal. Este portugués posee un bar en Ponte de Lima, un pequeño pueblo del Minho. Pero no es uno cualquiera.
Recuerdo que cuando entré por primera vez, la guajira de Carlos Puebla "Hasta Siempre, Comandante" sonaba a todo volumen desde un viejo tocadisco Wincofón y en pocos minutos estaba sumergido en un túnel del tiempo junto con Luis.



La vida de este hombre fue y es bastante peculiar. En los años setenta durante la dictadura de Salazar era un activista político de izquierda que tuvo que exiliarse y se fue a vivir a Alemania.
Hace 20 años volvió a su tierra de origen. E inauguró un pub dedicado a la figura del Che. “Lo que me interesa de verdad es recordar su figura, este negocio solo me da de comer” señala Tavares.
Con los años Cervejaria Rampinha se convirtió en un verdadero museo de imágenes, objetos, dibujos, discos de vinilos de cantantes de protesta cubanos y recibió todo tipo de visitantes y entre ellos, a uno ilustre: Camilo Guevara March, uno de los hijos del Che.


Luego de compartir unas cervezas, más relajado, me contó que la municipalidad del pueblo siempre buscó todo tipo de pretexto legal para cerrarle el local. “¡nunca pudieron esos bastardos!. Siempre pagué todos mis impuestos y respeto las reglas del juego y así resisto” - señaló con cierto aire “revolucionario” el portugués y concluyó con una suerte de epitafio– “ gracias a este bar, perdura el legado del Che para los jóvenes turistas que la visitan”.

domingo, 23 de mayo de 2010

Una sombra pronto serás. Parte 1


Tucumán - Argentina






En relación con la temática iniciada en Una sombra... comienzo un nuevo capitulo de estos escurridizos negativos que siempre nos acompañan y, de alguna manera, toman vida propia...



                                                                                       Segovia - España


Font Clara - Empordà - Catalunya



                                                       Estacion Saö Ventos - Oporto - Portugal



                                                Barcelona - Catalunya

viernes, 21 de mayo de 2010

El hombre del telefonino

La incipiente noche de verano luce espléndida. El tren a Piombino parte en cinco horas y quien viaja, sentado en un asiento junto al andén, juzga innecesario pagar por una cama en algún hotel barato de  Florencia. “¡Va a ser muy divertido esto, flaca!. Deambula tanta gente por acá que no te podés aburrir”. Ella lo mira sorprendida aunque con su silencio aprueba la filosofía barata de su amigo.

De a poco la estación va quedando desierta y los empleados aprovechan para recolectar la basura del día. Entonces, deciden pasar el tiempo que falta en la sala de espera.
“Aquí estaremos bien, podremos dormir un rato tranquilos” dice quien viaja. En el recinto solo había una pareja de ancianos y un poco más allá, una mujer madura que limpia meticulosa sus gafas de carey negro.
Esa sosegada atmósfera de repente cambia. Sin aviso.
Como si se tratara de un animal salvaje, entra una muchacha rubia con cara de pocos amigos y se tira desganada sobre una de las butacas. Al rato, ingresa al recinto un grupo numeroso de exaltados y bulliciosos adolescentes italianos. Y junto a ellos, muchas botellas de cerveza.
©Antonio Boffa
Pero la frutilla del postre de esta aleatoria reunión la representa un oriental de cabello rojizo que traspasa la puerta de la sala entretenido con un celular pegado a su oreja. El hombre, más bien bajito y con los pelos a lo punk, enseguida llama la atención de todos los allí presentes.
Con indiferencia empresarial se sienta aislado del resto y en menos de media hora hace por lo menos 10 llamados al móvil. Habla a los gritos en chino y después de cada llamada parece estar más enfurecido y más gritón.
Entretanto la fiesta que los teen - agers arman en el medio de la sala está en su pleno apogeo. Improvisan breakdance y cantan cada vez más fuerte, entonados por el alcohol.
Cerca de medianoche aparece la policía.

Damas y caballeros ¡por favor!… desalojen el lugar - concluye imperativo pero educado el oficial.

   Los adolescentes desaparecen con su fiesta por algún sitio de la ciudad; los demás se dispersan por los alrededores. Entretanto los viajeros con la rubia de la cara de pocos amigos rumbean hacia un zaguán ubicado justo al lado de la entrada principal. Allí entre las cabinas telefónicas despliegan las bolsas de dormir y sin muchos preámbulos embolsan sus cuerpos para ver si pueden dormir un rato.
   Quien viaja percibe entre media docena de vagabundos dormidos frente a él., a otro “homeless” que , sin importar la presencia de los viajeros, inspecciona uno por uno los bolsillos de los vagabundos para robarles.
   Al rato llegan más invitados a la escena: algunos comienzan a transar drogas, otros snifan en las cabinas mientras las prostitutas van y vienen. Un espectáculo dantesco. Y en el medio de todo el oriental de los cabellos teñidos de rojo y su inseparable móvil pegado a su oreja.
    Se queda un buen rato allí. Va y viene sin importarle la jungla que lo rodea. Siempre a los gritos. Parece inmerso en otros asuntos más importantes. Se mueve con una libertad que asusta y quien viaja imagina que anda en algo bien turbio.

Documentos, ¡ por favor! -  de pronto irrumpe el mismo oficial de policía y comienza a revisar a los vagabundos.
- ¿Pero...¿dónde está el chino? - pregunta quien viaja entre tanto caos.
Creo que se subió a un Maserati con los que transaban merca justo antes que llegara la policía.. ¿no los vieron? -  señala la rubia cara de pocos amigos que habla por primera vez en la noche.
Voy a extrañarlo, flaca - le comenta irónico quien viaja a su amiga quien le propina un fuerte puñetazo en el brazo y señala:
- Así  que acá no nos íbamos a aburrir, no?, eso me dijiste hace un rato, no? Creo que la sacamos muy… pero muy barata...

 
(Nota: quiero agradecer al artista Antonio Boffa que con mucha amabilidad y criterio realizó el dibujo que ilustra este relato)

miércoles, 19 de mayo de 2010

Tras las huellas de la Laguna de Jarayes

En Bolivia pasa lo mismo que en India. El turismo de masas se mueve por ciertos gustos y regiones estandarizadas. Y también ciertas modas estimuladas por agencias, revistas de turismo, TV y también el cine.
Las semejanzas invitan a la reflexión.
En India el turista convencional viaja básicamente por el llamado triángulo de oro: Khajuraho – Agra – Varanasi. Aunque ahora cabría la posibilidad de incluir a la populosa Bombay debido a la extraordinaria repercución que tuvo la película ganadora de un Oscar en el 2009: Slumdog Millionaire.
En Bolivia ocurre algo parecido al subcontinente indio. Sus perlas andinas atraen a la mayoría de los que visitan este país. Empiezan por el Salar de Uyuni, luego van a las minas de Potosí y terminan en la también populosa ciudad de La Paz a 3.500 metros de altitud. Yo también lo he hecho queridos lectores…
A esta altura quiero dejar esta comparación y deseo centrarme en otra vertiente para salir de este triángulo andino:  la zona oriental de Bolivia.
Una posibilidad de este abanico geográfico es viajar en un folklórico tren desde Santa Cruz de la Sierra y tomar como punto de partida de excursiones y senderismo al poblado de Roboré . Allí,  los casi salvajes lugares de los alrededores se tutean con huellas jesuíticas de la conquista española.
En Roboré podemos decir que nos encontramos cerca de las puertas del Gran Pantanal o como lo llamaban en la época de la conquista: la laguna de Jarayes.
Efectúo otro salto simbólico y dirijo mi mirada hacia dos lugares en especial. Ya se habrán dado cuenta que  no es mi intención hacer de esta nota un conglomerado de lugares y sitios para visitar. Eso lo pueden desarrollar mejor que yo las guías de viaje.
Pero repito:  quiero detenerme en estos dos lugares porque son únicos en su tipo, no los visitan mucha gente aún y  porque la pase muy bien.

Niños menonitas - Aguas Calientes - Bolivia

El primero de ellos es Aguas Calientes. Ubicado sobre una de las orillas del río del mismo nombre, este paraje debe su fama a sus aguas movedizas, calientes y de propiedades curativas, termales. Situado a pocos kilómetros de Roboré, este spa natural es sólo visitado por brasileros provenientes del Mato Grosso, lugareños y también menonitas. Cuando yo estuve, una familia numerosa de ellos pasaron sus vacaciones en este lugar en un improvisado camping al lado de la playa más concurrida llamada El Buriño.
Lo que pasa allí es increíble. Luego de entrar al agua (consejo: ir de a poco porque la temperatura es alta) las arenas movedizas te tragan literalmente hasta la cintura. Unos segundos después sentís una corriente de agua que proviene de unos pequeños geyseres subterráneos, te expulsan hacia arriba y todo vuelve a la normalidad.





El segundo lugar para visitar (siempre a bordo del mismo folklórico tren) es la frontera a través de Puerto Suárez (Bolivia) y Corumbá (Brasil). Esta región no es sólo un paso fronterizo más. Es el polo económico más importante del Gran Pantanal, el humedal más grande del mundo.

Corumbá - Brasil
Y por entre estas dos tranquilas ciudades pasa uno de los principales ríos de América del Sur, el Paraguay. Este río al no tener ninguna central hidroeléctrica en su curso lo convierte en navegable desde allí hasta Argentina y se erige como un importante corredor comercial entre varios países.

Rio Paraguay - Corumbá - Brasil

lunes, 17 de mayo de 2010

La ciudad del Sol: Puri

Olores humanos que se enraizan como ventosas en las narices y,  mientras,  quien viaja se abre paso por el gentío donde el aire escasea.
 No muy lejos de allí un ejército de mendigos profesionalizaron con dignidad su piadosa necesidad y tapan su verguenza ante el sol con paraguas negros.
Todo es confusión y desorden. Entretanto, se acerca a las puertas prohibidas para el extranjero : el templo de Jagannath construído por el Raja Chodaganga Dev en el siglo XII en las entrañas de Puri a 500 km. al sur de Calcuta y en pleno corazón del estado de Orissa.

Puri - India

La peregrinación de gente en la celebración de Shiva (1 de marzo) es incesante, barroca. Se presiente una auténtica religiosidad en sus gestos, en sus ojos, en sus vestidos.
Se presiente una honestidad distinta a aquellos oportunistas que te dan permiso para que subas a las terrazas de los edificios de alrededores a cambio de unas cuantas rupias.
No muy lejos, en el templo de Konarak  y bajo un calor sofocante, decenas de familias indias descansan bajo las palmeras disfrutando del fin de semana religioso y vibran a cada minuto con la música de sítaras y tablas que llega a borbotones hasta allí.
En otra parte, los hindúes se concentran en moler harina de coco que mixturan con azúcar, leche y almíbar en grandes parcelas para luego fabricar deliciosos bocados que los peregrinos devoran a toda hora en el mercado del lugar.
Y como en una salvación a la tórrida tarde, un excéntrico gordito de vincha con una manguera y un pequeño tanquecito de agua riega las cabezas de los feligreses como si lo hiciera con desahuciadas plantas. Y ellos entre alegres y despreocupados esperan pacientes entrar al templo,  uno de los conjuntos arquitectónicos mas notables de la India, para encontrarse con Surya, su deseado dios del sol.

sábado, 15 de mayo de 2010

Calcuta y la carta del flautista

El trabajo en Pren Dam había sido especialmente duro. Demasiados baldes de agua había que acarrear. Más de lo debido.
Quien viaja evocaba como afiebrado las meticulosas limpiezas en esas habitaciones de enfermos terminales y su recuerdo lo agobiaba aún más. Hacía demasiado calor ese mediodía.
Imaginó también la mañana que su compañera había tenido en Kalighat. Quizás igual de agotadora. Y con una espasmosa lentitud de calor bajó el brazo hacia su mochila, tomó un cuaderno, se sentó y comenzó a escribir.
Cuando terminó lo juzgó importante porque lo había escrito con el corazón más que con la razón. Entonces decidió guardarlo.
Las horas entre hermanas y voluntarios pasaban lánguidas como los cansancios y los calores. Una noche, luego de una cena comunitaria con amigos europeos volvió a su casa ambulante: la mochila y a su cuaderno pero extrañamente no lo encontró, no estaba.
Misión de la Caridad. Sede central - Calcuta
Quizás sean los mismos duendes que se llevan mis bolígrafos”. Rió un poco pero durante muchos días estuvo contrariado, de mal humor cada vez que se acordaba.

El tiempo y un tren los depositó en  Varanasi. Y aún no había lapsos para recuerdos demasiados presentes entre calores soporíferos y humedad. “Era chiquito, en algún lado estará, quédate tranquilo” le decía la flaca con un dejo de resignación.
 Pero pasó mucho tiempo más, varias ciudades y algunos aviones. En la rue de Grenelle la gente compraba frutas de estación y los trenes iban y venían por sus cabezas. Todo estaba limpio, demasiado para su gusto, lejos de aquellos ruidos ensordecedores de motos y autos indios. No sabía si eso era mejor o empeoraba la situación. Tal vez no importaba. Pronto ella se fue a Bruselas y quien viaja se quedó con su ausencia y Danielle que lo aguardaba todas las tardecitas con quesos y buen vino francés.
Cuando estaba en la casa de ella,  volvía siempre a su mochila. Una vez y otra hasta que entre pilas de escombros viajeros encontró aquel cuadernito. “Increíble…eran los duendes al final…no hay manera de entender esto” . Y lo volvió a leer y se acordó de su importancia momentánea.
Decía así:
 “Como por esas cosas del tiempo y de una situación totalmente azarosa, vuelvo a escuchar los lamentos del sonido alegre de una flauta tocada por un vendedor callejero.
Parece mentira volver a escucharlos. Nada termina y todo parece volver a un retorno eterno como decía Nietzsche. Y en ese ciclo, una suerte de permanencia se mantiene en el tiempo en esta madeja de transformación que es Calcuta.
En esta segunda vuelta he tratado de llenar algunos baches, unos cuantos con la certeza de encontrarlos y finalmente hacerlos entrar en el galpón de mi memoria.
Algo se había desvanecido y el tiempo se encargó de recuperarlo. Unos sonidos que muchas veces quise evocar en esos tres largos años de ausencia porque me parecían de aquí, de Chowringhee y como llevados por las olas de esta historia que no por casualidad se reunifican, los escucho nuevamente y la emoción crece, aumenta, se dispara en todo mi ser . No se condensará allí toda la tragedia de esta ciudad que yo percibo? No será acaso que esos endemoniados sonidos son un punto de inflexión en mi vida?. ¿Es estúpido pensar todo eso?...no sé, pero cada vez que los escucho...ay de mi!!!
El está siempre sentado frente al Army Salvation como esperando, como esgrimiendo una estrategia siempre de bienvenida para nosotros. Está sereno, contemplativo y parece más grande aún con su barba cortada como un típico musulmán.

Chowringhee - Calcuta - India

Recuerdo haberle comprado – como tantos otros – una flauta sencilla. Como tantos otros caí en la tentación de llevarme algún pedacito de esa historia que la vas haciendo diariamente sin importar el calor o los monzones de Bengala. Esos tonos de violín artesanal le han dado una etiqueta, un vals oriental que no podía dejarla pasar en esta jauría de calles; mientras él permanece inmutable con su negocio ambulante. Un poquito en la esquina, luego más cerca de la puerta del hotel Failaun o en el portal negro, negrísimo del Army Salvation.
“¿Cuál quieres?” me dijo desplegando todo su arsenal musical. “algo bueno y barato, 150 rupias y es tuya”. Luego el regateo y la música de siempre que se introdujo de mil maneras en mis calurosos sueños de tardes febriles hasta evaporarse en mi subconsciente”.
Cerró la libreta y volvió a emocionarse. Acto reflejo se paró y miró a través de la ventana la ciudad teñida de mañana, sol, primavera y la deslumbrante torre Eiffel.
 Se preguntó que hacía allí y por qué no podía recordar la melodía del flautista. Quizás fuera por culpa de la trompeta de Miles Davis que sonaba con total inpunidad por todo el piso.




jueves, 13 de mayo de 2010

Las tres sorpresas de una neblina gris


Despertó aún de noche debido a una grave descompostura estomacal. Entonces de un salto bajó de su litera de chapa, sorteó como pudo a los vendedores ambulantes y con mucho alivio llegó a un baño tan sucio como todo ese vagón de segunda clase.
Calculaba que en unas horas iba a llegar a Nueva Delhi y a pesar de su malestar, estaba exaltado, ansioso.
Ante sus ojos se desplegaba una verdadera jauría humana y ya nadie dormía. Se acomodó como pudo en las literas de abajo entre una pareja hindú y sus dos pequeños hijos que no dejaban de mirarlo con recelo y curiosidad.
Sin embargo quien viaja pronto comenzó a reír y a jugar con los pequeños. Ese inicial juego derivó en largas conversaciones con la pareja hindú. Así se enteró que Rakesh, el padre de los chicos era un productor independiente de la televisión de Bombay.
Junto con el bamboleo continuo del vagón y los monocordes ruidos del paso de las rieles, fueron avanzando y el sol de la espléndida mañana comenzó a iluminar los verdes campos del estado de Uttar Pradesh.
Sin embargo una extraña neblina gris tapaba el horizonte hacia donde el tren se dirigía.
Eso que ves a lo lejos es smog, amigo, proveniente de Delhi - se adelantó a decir Rakesh que adivinó la primer cara de sorpresa del visitante.


miércoles, 12 de mayo de 2010

Un reflejo pronto serás... Segunda Parte

Hola, en la anterior entrada me quedé con ganas de mostrar más reflejos y los motivos pueden ser tan cambiantes como sus espacios y sus lugares. Espero que les guste. Hasta pronto!!!


                                                                                          Tiznit - Marruecos


Montserrat - Catalunya

                                                                     Eixample - Barcelona


                                                                                         Oporto - Portugal

Raval - Barcelona

                                 Fez - Marruecos

lunes, 10 de mayo de 2010

Un reflejo pronto serás...

                                                 Figueres - Alt Empordà - Catalunya

Al igual que el uso de sombras (Ver Una Sombra...) los reflejos de y a través de vidrios o espejos han sido, a lo largo de los años,  un recurrente común para la mayoría de los fotógrafos que buscan explorar nuevos efectos visuales urbanos.
No es nada extraordinario lo que digo. Ni tampoco voy a descrubrir nada con esto porque supongo que de ello se encargan las fotografías, no?.
Simplemente quiero expresar un sentimiento. Una estimulante asociación de elementos (colores, formas, líneas) que me desafian - como a muchos de nosotros -  cuando a veces salgo a realizar fotografías de calle sin ningún tema específico, sólo por el divertimento de encontrar imágenes (Ver Conferencia de Rafa Badía) 
Y en esas andanzas callejeras sin rumbo, de encuentros, los vidrios de negocios, espejos de hoteles,  ventanas actúan como misterios, juegos,  inagotables composiciones visuales, algunas veces diferentes pero siempre atractivas a mis ojos.
A continuación les muestro algunos ejemplos de ello...


           
Palau Güell - Barcelona


                                                  Casco Antiguo - Girona


      Passeig de Graça - Barcelona


                                                    Barcelona

domingo, 9 de mayo de 2010

El único monasterio budista en Rusia

Copyright Marcelo Caballero

El viaje duró una hora desde Ulán Udé y tenía un destino final a treinta kilómetros de la ciudad. El monasterio budista lamaista de Ivolginsk Datsan es único en Rusia. Fue emocionante contemplarlo a los pies de la cadena montañosa de Khamar- Daban.
Bajo las espaldas del complejo monástico se remonta una larga y rica historia de 200 años. Salvo por las rígidas medidas soviéticas que lo llevaron a la clausura durante un tiempo, el monasterio en 1946 volvió a la misma vida de antes.
En todo ello pensaba mientras recorría su interior al compás de OM MANI PADME HUM que sonaba desde los altavoces del complejo habitado por gente de la región totalmente mixturada en las tradiciones de Mongolia.
Me gustaría conocer alguna vez Lhasa – expresa entusiasmado Chingis- creo que cuando termine mis estudios lo haré….iré en peregrinación al Tibet“. Este estudiante local de tercer año del monasterio necesita dos años más para terminar sus estudios. “Esta escuela de virtud es como una rama de la tradición Mahayana de la orden Gelugpa del Dalai Lama“ dice el joven de tan sólo 23 años y resulta gracioso verlo envuelto en los tradicionales hábitos carmesí.
El monasterio alberga a 30 lamas y posee una peculiaridad que lo hace distinto a otros : se pueden casar pudiendo sus familias residir con ellos en el complejo. El Dalai Lama los visitó en 1998 y observó esta particular situación. Entonces el jefe espiritual tibetano no dijo nada. Comprendió que ello era parte del contexto en que vive arraigada esta gente, en las costumbres ancestrales rusas.

jueves, 6 de mayo de 2010

Repelente pero higiénico


Muchas veces, cuando viajo saco las primeras conclusiones del lugar luego de mirar los baños. Éstos, desde mi punto de vista, me reflejan la calidad de vida de la  región o del país.
Eso me parece muy verosimil. El baño y sus accesorios son como un reflejo del alma, del consumo colectivo o mejor dicho, de la evacuación colectiva.
Yo empecé a observar así estimulado por un magnífico trabajo fotográfico sobre este tema que publicó  National Geographic (Nota: si alguien lee esto, por favor que me hagan saber quien es el autor porque yo he perdido todo tipo de referencia y no lo encuentro en Internet. Sé que la edición era en inglés del año 2001 o 2002).
Resulta que el fotógrafo había viajado por casi todo el mundo y había realizado un voluminoso catálogo de primeros planos de baños y era el fiel reflejo de la calidad de vida de los países que se refería. Una maravilla de producción!!, pensé.
Con ese trabajo en la cabeza me sumergí en el interior de Mongolia (ver La Danza del águila ) y les puedo asegurar que los baños fuera de Ulán Bator resultaron ser repelentes pero,  a la vez,  muy higiénicos.
Como se explica esto? Bueno, en realidad no existen baños en el interior de las casas. No hay sistema cloacal. Por ese motivo están afuera. Hacen pozos de diferentes profundidades y según la calidad del lugar les ponen maderas y en algunos casos hasta puertas.
En todos estos baños el olor es nauseabundo. Antes de entrar, tenés que respirar profundo y aguantarte aunque sea un minuto para que tu transitoria estadía no sea un pasaje a la desesperación.
Dentro del contexto mongol donde la tierra y la suciedad son males conocidos, los pozos de estos baños resultan extrañamente higiénicos ya que los excrementos humanos están lejos del alcance de los perros y otros animales y a pesar del mal olor no incrementan los riesgos de infecciones.
El único gran inconveniente es que hay que acostumbrarse  a que  mientras uno está haciendo sus necesidades,  se saluda a la gente que pasa por delante tuyo. Y más vale que no te caigas!!

martes, 4 de mayo de 2010

Lluvia, paraguas y algo más

Hace cuatro días que hay mal tiempo en el Empordà y también en toda Catalunya. Y parece que mañana también estará igual. Así dicen los pronósticos meteorológicos.
 Desde que empezó la Festa de la Santa Creu (el 30 de abril) en Figueres nos acompañan lloviznas, cielos encapotados y hasta una terrible tramontana matinal que hizo suspender por un buen rato la circulación de trenes.
 Así que los paseos siempre fueron cortos, pocas ventas en las ferias y otro protagonista que casi me olvido de mencionar: los blandos y estúpidos paraguas. Estos "importantes" elementos urbanos, a veces, con tramontana mediante se convierten en figuras amorfas y surrealistas. Muy propias de las tierras de Dalí.  En fin, paraguas de todos colores, paraguas por todo lados y paraguas a toda hora...

                                                                Girona © Marcelo Caballero


                                                               Figueres © Marcelo Caballero


                                                                   Girona © Marcelo Caballero



Pero a pesar de ello en estos días de lluvia y tormenta, en la tranquilidad de casa, me acordé de lo que viví en un tormentoso atardecer,  navegando en un barco por el río Amazonas rumbo a Manaos. Y busqué entre  mis viejas libretas de viajes alguna mención sobre ello y descubrí un pequeño relato. Tan pequeñito que lo quiero compartir. Fue escrito (por la fecha) un día después de aquella tormenta: un 20 de junio de 1998 
 
 
 El fin del mundo


El Amazonas o Solimoes, como lo llaman acá, posee una textura diferente cuando llueve.
Se mire donde se mire, grandes nubarrones oscuros se yerguen sobre nosotros. Es realmente fascinante e increíble la visión de esas grandes nubes que amenazan continuamente con soltar sus pesadas aguas sobre nuestro barco.
De vez en cuando surgen pequeñas luces fantasmagóricas que destellan entre la espesura amazónica. La mayoría de ellas son de caseríos de colonos que viven tan aislados que parece mentira.
Ya anochece y de pronto un manto gigantesco de agua cae sobre el imponente río. Detrás, como por un vidrio opacado, emerge el verde oscuro del monte salpicado por una tenaz neblina.
El espectáculo natural está en marcha. El azul grisáceo profundo del cielo es una pintura renacentista al natural. Parece el fin del mundo.
Mi sensibilidad se hace aún mayor al escuchar en ese momento desde las entrañas del barco, la inconfundible melodía de Cascanueces de Tchaikovsky. Las trompetas y los violines entumecen mis sentidos y me dejo llevar mansamente por el desbordante cataclismo lluvial amazónico.
En un momento siento que vamos a desaparecer junto al barco que parece una pequeña nuez a la deriva entre las turbulentas aguas oscuras de la noche.